«En el amor, todas las cumbres son borrascosas».
(Marqués de Sade)
Cynthia (Sidse Babett Knudsen), una entomóloga especializada en el estudio de mariposas y polillas, mantiene una relación sadomasoquista con Evelyn (Chiara D´Anna), su criada.
Creo que no me equivoco si digo que a Buñuel le hubiese encantado The Duke of Burgundy, el hipnótico y sugestivo poema cinematográfico de Peter Strickland al amor incondicional. Una obra, a la vez multirreferencial y personal, que materializa como ninguna otra lo había hecho antes la representación del deseo del otro a través de la supeditación voluntaria del yo. El filme, relato circular de atmósferas oníricas y embelesante belleza, toma su título de la Hamearis Lucina, un tipo de mariposa europea conocida precisamente como Duke of Burgundy.
Strickland se inspira en el cine erótico europeo de género y de serie B de principios de los setenta (especialmente en Jesús Franco y en su Lorna, la exorcista), y en la obra maestra de Luis Buñuel Belle de jour, otorgando a su película una especie de aura de cuento de hadas para adultos al que contribuye la ecléctica y barroca banda sonora del grupo de pop alternativo Cat´s Eyes. Como en La más fuerte (Den starkare, 1888), de August Strindberg, aquí, entre las dos protagonistas femeninas, la más fuerte no es la que en principio lo pudiera parecer. El autor de Berberian Sound Studio plantea un reiterativo y calculado (tanto como el comportamiento cíclico de las mariposas y polillas que Cynthia estudia) juego sadomasoquista de dominación/servilismo en el que el sexo (en ningún momento explícito) actúa como elemento de sumisión y poder. Una sensual mascarada que responde, en un caso, a la satisfacción del deseo propio, y en el otro, a la satisfacción del deseo ajeno; pero siempre sobre el mismo lado de la balanza, lo que termina por inclinarla dramáticamente hacia una de las partes.
La puesta en escena rezuma elegancia y buen gusto por todos sus poros, sobresaliendo la cuidada composición de planos, su detallismo casi microscópico y el juego de luces y reflejos que logra la hermosísima fotografía de Nicholas D. Knowland. Imágenes como las de esas numerosas vitrinas contenedoras de mariposas y polillas de todas las especies, colores y formas que adornan las paredes de la villa gótica en la que la acción tiene lugar, confieren al conjunto un extraño y arrebatador lirismo.
The Duke of Burgundy resulta estimulante y evocadora desde el primer minuto de visionado. Una metaficción orgánica que entra por méritos propios a formar parte del selecto catálogo de obras maestras de este siglo.
Nota: 9/10
Una grandiosa película a la que poquísimo se le puede reprocar.
¿Para cuándo el top de películas de lo que llevamos de la década? Y el de los 60s creo que también está en deuda si no me equivoco, me imagino que ha de ser complicado por tanta genialidad de esos años.
¡Saludos!
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Publicaré ese top dentro de muy poco.
¡Saludos!
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Uyyy ya que la calificacion es …ni más ni menos de 9/10, tendré que buscarlo.
Y sin animos de hacerte sentir presionado…. al igual q el amigo Edgar estoy en espera de los mejores de los 60’s
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Trataré de publicar ese top antes de que finalicen las fiestas.
¡Saludos!
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Considero que la pelicula abusa de cierto esteticismo, que aunque gozoso, es algo recargado.
Por lo demas, es una cinta sensual y perturbadora de primers categoria.
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Puede ser, pero creo que sin ese esteticismo recargado y sin su reiterativa trama perdería parte de ese poder turbador que Strickland pretende y del que la película hace gala.
¡Saludos!
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Lo más fascinante de esta película no es tanto la ofrenda a ese cine de género al que aludes, bien mediante sus títulos de crédito iniciales, recursos técnicos, plásticos y estéticos, o banda sonora (debido seguro a mi aversión por esa cinematografía y, por tanto, la utilización de tal asimilado) , sino, como perfectamente indicas, su exquisito talento para mostrar la cesión en el amor, la profunda capacidad de acepar como propio el placer ajeno aún en la discrepancia o el precipicio, la incondicionalidad o la permuta. Es ahí donde la película se hace más elegíaca. El variable y engañoso duelo de poderes no es tal cuando se pone en duda la esencia o asoma la vulnerabilidad del tesoro que las auna. Hermosísima historia de amor. En cualquier caso, disto de pensar que estamos ante una obra maestra, pues sin discutir el juego que promueve, su singularidad, atrevimiento y capacidad de transmitir el delicado sentido del amor antes citado, no puedo dejar de observar también un artificio estético y cierto malabarismo conceptual. Pero reconozco también que eso sea precisamente lo que para otros haga de esta obra una joya. Extraño ejercicio de libertad artística que siempre es de agradecer. Un fuerte abrazo.
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Excelente comentario el tuyo. Creo que la artificiosidad estética a la que aludes forma parte del juego planteado por el director. O lo que es lo mismo, responde a la razón de ser de la propia película. No obstante, entiendo que pueda ser objeto de crítica. El presente filme me fascinó en un primer visionado (al que se corresponden el comentario y la nota final). Es muy difícil dar veredictos (siempre me mojo) de forma tan abrupta sobre obras recientes, tal y como requiere el hecho de publicar en un blog. Por eso quizá me equivoque en más de una ocasión.
Un abrazo también para ti.
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Gracias por tu elogio pero créeme si te digo que el que se lo merece eres tú, ya que visitar este blog es siempre una suerte de viaje al conocimiento y el buen juicio. Sé que muchas veces te adentras en un cine nada fácil, digamos que culto y no para el gran público, pero tienes una insultante capacidad de análisis y tus crónicas son ejemplares en cuanto a precisión. Nada fácil de lograr. Utilizas el lenguaje de forma tan certera como plástica, tan escrutadora como apasionada. No hay recreación en tus escritos pero se observa una extremada distinción. Lo dicho, un regalo para cualquier amante del cine. Cuídate.
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Infinitas gracias. Palabras como las tuyas hacen que merezca la pena seguir con el blog. Cuídate tú también.
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