“Cada uno de nosotros tenemos en nosotros mismos un cielo y un infierno”.
(Oscar Wilde)
Londres, 1886. El joven y atractivo aristócrata Dorian Gray (Hurd Hatfield), azuzado por la particular concepción que de la existencia tiene Lord Henry Wotton (George Sanders), vende su alma a cambio de obtener la eterna juventud. Él nunca envejecerá. Sí lo hará, en cambio, un retrato suyo pintado por un artista amigo (Lowell Gilmore).
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